Escritura creativa como escape de la mente. ?

Dentro de mi cabeza existen muchas voces. No es de extrañar que me haya perdido entre la ensordecedora orquesta que habita en mi mente. Mi voz está silente la mayor parte del tiempo. Y me he propuesto volver a escucharla. 

Cuando era pequeña, solía ocupar el espacio de mi mente creativa un sinnúmero de historias, personajes y escenarios en los que cualquier cosa era posible. Pero no recuerdo tristeza ni enojos en esos cuentos. Solía escribir poemas en una libreta rosada con forma de concha marina y que, como otras libretas, jamás volví a ver (mi padre las regalaba en cuanto las terminaba, por alguna razón que aún no comprendo y a gente que no conozco). Y esa poesía, muy básica pero cargada de emociones, era linda, transmitía paz. 

Cuando crecí y me convertí en adolescente, aquellas historias empezaron a teñirse de algunas cosas que hoy podría considerar bien sombrías en realidad. Mis personajes tenían diversas personalidades, "otros yo". Enfrentaban condenas sociales, abusos de diversa consideración, reacciones violentas y lo que hoy podría definirse como trastornos de personalidad y de la conducta. Escribí muchísimo durante ese tiempo. Cuadernos, libretas, agendas. Completaba uno y empezaba otro. Nunca terminé ninguna de esas historias, solo las unía en lo que podrían ser multiversos. Tenía una necesidad enfermiza de traspasar lo que pasaba por mi mente en forma de preguntas (¿Y si se tira de un edificio? ¿Y si se mete con un psicópata sexual? ¿Y si se queda solo en un planeta y solo puede hablar consigo mismo?) a narraciones cargadas de emocionalidad y reflexión. Porque mis personajes pensaban mucho. Muchísimo. 

Perdí la capacidad de continuar escribiendo cerca de los 20 años. Es curioso porque a los 19 recibí el primer diagnóstico por un psicólogo clínico, y desde entonces creo que algo se rompió dentro de mí irremediablemente. Dejé de disfrutar actividades como esa (o dibujar, o salir a caminar, o hacer repostería) y me encerré en mis pensamientos. Eso que pensaba y que dejaba fluir con la escritura se quedó en mi cabeza y ya nunca más pude abrir la puerta que cerré. 

Hasta ahora esto me complica. Me incomoda. Me duele. Eso, me duele. Porque creo que algo había en mí de artista, de creatividad, y que ya no está por ninguna parte. No lo puedo expresar. No lo he podido volver a encontrar. Pese a dejar que fluya en algún momento, pese a intencionarlo de repente con cosas en la rutina. Vivo en torno a las obligaciones del hogar y al trabajo, como siempre hice (labores domésticas y estudio antes, pero es lo mismo finalmente). No sé cómo salir del bucle. Me pregunto si esa creatividad o arte en realidad era algún trastorno haciéndose presente y no creatividad en sí. Me cuestiono porque siempre he leído que los artistas están medio (o completamente) locos. Me sigo preguntando tantas cosas y quizás ese es mi problema de origen: que no sé cuándo estar satisfecha conmigo misma. 

Comentarios

Entradas populares