Nada.

Hoy fue otro día de labores domésticas. Lavé mucha ropa, limpié la ducha -uno de los quehaceres más trabajosos de la vida- y ordené piezas enteras. También repasé para mi reunión de mañana. Me sentí mucho mejor que ayer, tuve un ataque de pánico terrible y salí corriendo dos veces a comprar cualquier porquería. Estoy a medias. Me siento así, sobreviviendo el torbellino y la calma que viene después de cada crisis, esperando que en cualquier momento vuelva a desestabilizarme. El lunes conseguí otra hora con otro psicólogo. No entiendo por qué llamaron a mi madre y no a mí. Pero la secretaria, que era distinta de la del otro día, fue muy amable  y consiguió que el psicólogo que no se va de vacaciones -que se apellida Valdivieso creo- me atienda por mientras el señor D regresa en un mes más. Qué ansiedad contar todo otra vez. Lo único que quiero es sentir algo de control. Lo necesito.

Las cosas con el personaje no avanzan. Definitivamente no sé qué pasa, si no quiere venir debería decírmelo y dejar de jugar. Pero no me dice nada, me tira evasivas, me dedica nanais y luego desaparece para reaparecer choreado de la vida y de su situación. No sé si tiene mucho tiempo, si tiene demasiado, no entiendo nada. La verdad es que parece que se estancó ahí y no sé qué va a pasar. 

Y eso. 

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